Llevaba una bolsa de
gimnasio caro, de esas de propaganda, joder, no pegaba nada con su vestimenta.
Me pilló de vuelta a casa, pa ver a mi Candela, pero uno tiene siempre muy
presente que es un servicio público, así que paré. A Narváez, me dijo en tono
seco.
Aquella mañana iba escuchando a Chopen, me gusta mucho ese chaval, me relaja, pero aquel espécimen me atraía, así que la miraba de reojo por el retrovisor. Le calculé setenta años, el cabello blanco, arrugá como una pasa. y ese estilo, imposible de explicar. Esa pinta me suena, yo soy muy bueno catalogando a la gente, son muchos años en el taxi. Los del programa de la Mila, cuando iba de periodista seria (quien iba a decirnos entonces que acabaría presentando un realiti-chou)... si aquellos que montaron un pollo en el estudio que decían cosas rarísimas. Mi hija, la universitaria estaba que echaba chispas: ¡Cómo se pueden decir esas cosas en una televisión!....la verdad es que hasta a mi Candela que está hecha a todo la tenían asustá. Luego nos explicaron que eran actores, joder como se llamaban, si los hijos nos regalaron entradas pa verlos en el teatro cuando estuvieron aquí. ¡La cubana!
El vestido de nilon, de esos que si le prendes fuego se hace plástico, lleno de brillos, los zapatos de tela negra, con la punta desollá, pero lo mejor, los complementos, ese collar de bolas de plástico amarillas a juego con los pendientes. ese bolso de charol de hace cincuenta años que se ve que conoció tiempos mejores....bufff, como retroceder treinta años pero en feo, viejo y cutre....
Y de repente los veo ante mí. ¡cerdos!, como treinta o cuarenta cerdos. joer, lo que me faltaba, hoy no me acuesto....manifestación. ¡¡¡¡PARE ESE TRASTO!!! El grito de La cubana casi me deja seco. Se refería al taxímetro, claro, ya había observado yo que sus ojos permanecían clavados en los números desde el inicio de trayecto.
Aquella mañana iba escuchando a Chopen, me gusta mucho ese chaval, me relaja, pero aquel espécimen me atraía, así que la miraba de reojo por el retrovisor. Le calculé setenta años, el cabello blanco, arrugá como una pasa. y ese estilo, imposible de explicar. Esa pinta me suena, yo soy muy bueno catalogando a la gente, son muchos años en el taxi. Los del programa de la Mila, cuando iba de periodista seria (quien iba a decirnos entonces que acabaría presentando un realiti-chou)... si aquellos que montaron un pollo en el estudio que decían cosas rarísimas. Mi hija, la universitaria estaba que echaba chispas: ¡Cómo se pueden decir esas cosas en una televisión!....la verdad es que hasta a mi Candela que está hecha a todo la tenían asustá. Luego nos explicaron que eran actores, joder como se llamaban, si los hijos nos regalaron entradas pa verlos en el teatro cuando estuvieron aquí. ¡La cubana!
El vestido de nilon, de esos que si le prendes fuego se hace plástico, lleno de brillos, los zapatos de tela negra, con la punta desollá, pero lo mejor, los complementos, ese collar de bolas de plástico amarillas a juego con los pendientes. ese bolso de charol de hace cincuenta años que se ve que conoció tiempos mejores....bufff, como retroceder treinta años pero en feo, viejo y cutre....
Y de repente los veo ante mí. ¡cerdos!, como treinta o cuarenta cerdos. joer, lo que me faltaba, hoy no me acuesto....manifestación. ¡¡¡¡PARE ESE TRASTO!!! El grito de La cubana casi me deja seco. Se refería al taxímetro, claro, ya había observado yo que sus ojos permanecían clavados en los números desde el inicio de trayecto.
-
Sra. Ese trasto es para calcular el importe
de la carrera, y está aún no se ha acabado
-
Estamos parados - contestó ella bajando el
tono - No me está llevando a ningún sitio, ¡¡¡¡no pretenderá cobrarme por estar
parados!!!!
Amablemente le fui
explicando el rollo de siempre, joder como es la gente lo habré explicao mil
veces...
-
Si quiere puede bajarse pero este es mi
trabajo.........
Nada, ella no oía nada,
mascullaba al escote, con la cabeza pegada al collar de plástico como una loca
-
Ciento sesenta y seis millones trescientas
ochenta y seis pesetas
yo tengo esos golpes de buen humor de vez en
cuando. La vida hay que tomársela como viene, así que paré el taxímetro y le
dije
-
Relájese Sra. que ya está apagado
Andaba destarotá. Ella es millonaria, joder de verdad, la tía llevaba la bolsa del gimnasio
llena de fajos de billetes de diez.
-
Es la primera vez que cojo un taxi, es cómodo
no?, es que me han dicho que hay un banco allí en Narváez que paga dos décimas
más que el resto, y he pensado: Conchita allá que te vas, me ha costado mucho
llegar hasta aquí, pero esos Sres extranjeros me van a hacer perder la ilusión
de mi vida, ser millonaria
Yo estaba flipao
que diría mi chico, no me atrevía a preguntar cuanta pasta tenía, pero no hizo
falta, a un taxista que no conoces le puedes contar lo que quieras.
-
Sólo tengo ahora ciento treinta millones
doscientas veintisiete mil setecientas treinta y dos pesetas...y claro, habrá
que descontar lo del taxi, usted no va a cobrarme mucho verdad?, habrá rebaja
por el tiempo que me ha hecho perder, supongo
Ni la conteste, tú me dirás, el pico no lo
cacé pero lo de ciento treinta millones, pues si. Y ahí el Eladio se puso a
darle a la cabeza (arreglar la casa del pueblo, los pisos pa los chicos, el tractor
pa arar el campo....y un viaje al mar, claro, que es lo que más le gusta a mi
Candela, el mar.....a ver...... joder aún me sobra dinero¡¡¡ tiempo para no
hacer nada y dejar pasar las horas sentaos en el porche de la mano con mi
Candela) y ella a su rollo
-
No puedo perder un minuto ni una peseta,
¿sabe?, queda tanto por hacer...
(Un
regalico pa mi enano, a lo mejor un tobogán de esos de colores chillones que
tanto le gustan.... joder Eladio, que no, que con una rueda y un cacho cuerda
en el árbol del huerto le queda un columpio de puta madre...)
-
No tener hijos ha sido una suerte...lo que me
he ahorrado yo, si yo le contara...
(Sentarme
en el bar del pueblo, a la fresca, con un cortao y los amigos...)
-
Jamás me he gastado un duro para un capricho,
ni un café sentada en mesa, que llevan suplemento.
Los
cerdos pasaron de largo y arranqué el taxi aún perdido en mis fantasías. Y
llegamos a Narváez en silencio. ¿Qué le debo? Me preguntó, y yo contesté...
Nada mujer, tómese un cafelito ahí enfrente, que falta le va a hacer, y
disfrute coño, que la vida es bella... pero creo que no me oyó.
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