Así estoy yo...Majara perdida

miércoles, 16 de febrero de 2011

Grandeza y perversión de las palabras







Yo no recuerdo cuándo empecé a leer. Si me recuerdo cuando era pequeña me veo leyendo en un viejo sillón de dormitorio, bajo la ventana. Y pienso, “ahora más pequeña”, y vuelvo a verme en el mismo sillón, con un libro en las manos. Comprendo el enorme poder de las palabras, del lenguaje impreso que perdura cuando lo oído se desvanece en el tiempo.


Las palabras crean de forma automática, imágenes en tu mente. Quién no ha imaginado a los personajes de un libro? Quién no ha recreado los lugares y situaciones mientras leía?

También pueden, bien usadas, tocar tu alma. Conmoverte, emocionarte, hacerte gozar, o sufrir. Bien utilizadas las palabras son enormemente poderosas.



Supongo que eso mismo han pensado en el curro y con la misma habilidad y energía que han creado una imagen (me quito el sombrero por su estilismo impecable, llamativo, que se “queda con la gente”) iniciaron y ahora han acelerado una campaña de frases y palabras que repiten e incluyen en todo: discursos, correos, noticias…Todos, todo el tiempo. Pretenden ser cautivadores.

Solo que yo llevo toda mi vida leyendo, interpretando la palabra escrita y buscando su sentido.

Así pronto algo empezó a chirriarme, era como ver una sutil falta de ortografía. No un vurro, que canta como una almeja, sino algo más parecido a la albaca, que huele infinitamente mejor .

Como jugadora impenitente me entretenía cambiando alguna palabra de posición, obteniendo un significado diametralmente distinto, normalmente con un resultado divertido cuando no hilarante.

Después empecé a leer en voz alta, cual un locutor de radio nocturno (bufff, cómo me gustaba escucharlos y la de horas de sueño que me han robado), imprimiéndole un estilo ora documental de cole de monjas, ora presentador sensual.

Y después empecé a reírme sin cortarme un pelo cada vez que leía el imparable aluvión de frases que inundan nuestra horas de trabajo.



Han pervertido la palabra. Las usan para justificar lo injustificable, para cubrir errores de bulto, para alentar a las masas, para deslumbrarnos con ellas haciéndonos olvidar lo esencial. Nos venden humo, nada. Un conjunto de frases huecas sin ningún sustento, proyecto ni base real….y no son escritores, no; son quienes nos dirigen (aunque no tengo claro hacia dónde).



Me cabrea que perviertan algo que amo, y me fascina que haya tanto tonto que se lo crea, se entusiasme y ya en el colmo de los colmos, participe aportando sus propias creaciones (bastante malas, por cierto)



“Vull excel•lir” dicen, pero esta tropa: ¿que coño s’han fumao?

1 comentario:

Ana, princesa del guisante dijo...

Cáspitas N. por un momento pensé que te habías dedicado a la política. Cuánta razón tienes: perversión de la palabra. Yo también las amo. Tampoco recuerdo cuándo empecé a leer. Supongo que era tan pequeña como bufón, que empezó solito con cuatro años pelados.
Cuánto poder tienen las letras unas junto a otras, ¿no?. Un beso