Hoy ha hecho mal tiempo, nene, el cielo gris, gris y llovía flojito, que es lo que más odio.
No, que no te toco los cojones para explicarte el tiempo que hace en Barcelona, caray, que poca paciencia, era para ir entrando en materia. Situarnos en el espacio-tiempo, sabes?
Vale, ya sé que para ti el tiempo y el espacio ya no existen, pero para mi si, y como yo soy la que más voz tengo tendrás que aguantarte.
No, no tengo ni idea de a cuanto están las doradas en la Boquería. Te recuerdo que yo jamás e ido a la Boquería, ni a por doradas, ni a por ninguna otra cosa; eras tú el que ibas. Además, actualizate, ya no celebramos la Navidad en casa. Ahora lo hacemos en casa de mi suegra, y la mamá encantada porque así no tiene que mover un dedo.
No joder, a mi qué me va a encantar!!!!!!!!!!Mira que gracioso, me dejas sola con la mamá en sus mundos de yupie y sus cosas raras (cada vez peor, por cierto) y para colmo me jodes las Navidades obligandome a celebrarlas con mi familia política, si o si...y no veas la que tienen liada allí que cada celebración es una guerra (de guerrilla y camuflaje, eso si, que esos son todos más falsos que un duro de palo y cara a la galería somos la familia más happy de la historia)
Pues, no, mira. Te dió por morirte en diciembre, a cuatro días de la nochebuena...no estaba yo para oponer resistencia, estaba tan chutada que la hubiese celebrado en cualquier sitio, lo mismo me daba. Y desde entonces allí estamos. Además reconoce que nuestra casa tampoco era la alegría de la huerta en Navidad, coño, si ni siquiera te gustaba...
Si, ya sé que con los críos era diferente.....podría haber estado tan bien....
Si. Están bien, los tres. No te creerías lo grande que está tu gusanita (e insoportable, también, qué edad más mala que se me viene encima). Y los otros pues también. Altos, flacos y guapísimos, qué te voy a decir yo, que soy su madre.
Si, ha pasado mucho tiempo. Te has perdido muchas cosas, que putada, no? Si te sirve de consuelo, en todos los momentos importantes estás ahí, y en muchos de los banales, también.
No, no me paso el día hablandoles a los críos de los muertos, ni han pisado siquiera el cementerio. No, yo tampoco, parece mentira que me preguntes eso, si lo odiabamos a muerte, te acuerdas? Ibamos con la mamá a limpiar las tumbas y a poner flores, todos los años. Aún puedo llegar hasta los nichos de los abuelos y el papá de memoria...Que si, joder, al tuyo también, pero no voy, no hace falta...o te apetece que vaya? Si quieres no me importa pasarme por alli cuando vaya de fin de semana, pero apetecerme no me apetece un pimiento.
Vale, ya lo sé. Yo quería ponerte un móvil, pero tu esposa no me dejo. De todas formas en el mío aún están tus números. No los he borrado.
Que no, nene, que no ando llamando, no sé si tu mujer ha dado de baja los números o no, al principio alguna vez me llamó desde tu móvil, no veas que espanto, no se me paró el corazón entonces (o cuando me llegó un paquete sin remitente con ropa y lapiceros tuyos), porque tengo una mala salud de hierro. Ahora me da igual, francamente, pero no me apetece borrarlos...en el fondo sigo esperando que me llames.
Que si, que ya sé que estas muerto. No voy a saberlo a estas alturas, cinco años ya, 1827 días uno encima de otro...No, nene, ya no me duele de aquella manera. No siento que el mundo se para cuando me acuerdo que ya no estás más ahí...pero si, duele nene, duele mucho y ni uno sólo de esos 1827 días, uno encima de otro, he dejado de echarte de menos
...si, ya sé que tú has perdido mucho más, lo sé y lo siento por mí y por ti...
Todos perdimos ese día. La vida para mí sigue siendo un valor precioso, pero el mundo perdió mucho brillo y calor sin ti.
Sigo echándote de menos....siempre te echaré de menos.
No te pongas a jurar en arameo, que te conozco, llega el momento de despedirme otra vez y voy a ponerme muy cursi. Recuerdas que te di un recado para el papá aquella última mañana?, sé que me oiste, no me toques lo cojones ahora tú a mi, ya hemos quedado que sé que estábas muerto ya cuando "hablamos"; pero sé que me oiste y se lo diste. Pues porque si, nene, porque lo sé y punto....Pues ahora dile que váis a tener que esperarme mucho, mucho tiempo, que ando muy ocupada en esta vida que pronto seré también más vieja que él (si, soy más vieja que tú, ahora soy la hermana mayor, qué pasa) y no tengo previsto seguiros durante un montón de años más, pero que debeis esperarme porque mientras yo os recuerde estaréis atados a esta vida y no, no me apetece decírselo directamente por que no es lo mismo, con él además no sé hablar, contigo es más fácil porque me contestas. Si, me contestas, a veces en el momento más inoportuno. La primera vez nadando en la piscina, joder, que casi me ahogo cuando te oí. No, no estoy loca...o al menos no más que antes que te murieras y nunca demasiado...
Me sigues haciendo mucha falta. Me ha tocado perdonarme a mi misma muchas cosas en estos cinco años, pero no te perdono a ti que me dejarás tan pronto.
Tu hermana que te quiere.
Niní
miércoles, 10 de diciembre de 2008
domingo, 30 de noviembre de 2008
Ritos de muerte
La primera vez que me enfrenté a una muerte ya tenía 36 años. Obviamente no era la primera vez que perdía alguien amado, pero entodas las ocasiones anteriores, me "protegió" esa curiosa costumbre de alejar a los niños de cualquier cosa relacionada con algo que, tarde o temprano, nos toca a todos.
No estaba preparada. No sabía lo inmenso del sentimiento de vacío que te invade y que debes llenar con algún rito si no quieres ahogarte en él.
No estaba preparada.
Después del caos en el qué recuerdo haber pensado todo el tiempo que no sabía que hacer la gente se organizó. Estaba la parte mundana y práctica en la que yo no pintaba nada...a eso se dedicaron unos cuantos. El resto se dedicó a unos ritos que me resultaban totalmente ajenos.
En un cuartucho destartalado recuerdo haberme cruzado con mi madre que me decía: Venga, vamos a rezar un responso.... Y mientras continuaba hacía la puerta sólo dije: "No" y pensé para mí...un qué? Porque una gran parte de esos ritos en una cultura como la nuestra son rituales cristianos que a mí no me decían nada, ni los conocía ni me interesaban. Tampoco estoy muy segura que otros ritos de otras culturas me hubiesen resultado útiles, pero me inclino a pensar que no.
No estaba preparada.
A cambio yo salí a una noche especialmente gélida envuelta en una vieja trenca que fué mi única herencia material del muerto, hablé con mis dos ángeles, a recomendación de uno de ellos me senté en un sillón cerré los ojos y me limité a respirar y finalmente y acompañada por una cuñada mía engullí como si me fuera la vida en ello una enorme copa de helado (de esas con salsa de chocolate y barquillo, si). Nunca le agradeceré lo suficiente a esa chica que no comentara nada sobre una decisión tan irracional, que se limitara a estar allí, acompañando sin juzgar. Reconozco que después de un fallecimiento sentarse en pleno diciembre con un frío de la leche a comerse un helado no es lo más normal del mundo...ahora sé que intentaba llenar el hueco
No estaba preparada.
Desde entonces mi madre se entregó a una religiosidad desconocida. Va a misa no solo el 9 de dicembre, sino todos los nueves de todos los meses...Y reza, y tiene montado un altar en el salón hecho de fotos, flores y a veces velas. Yo he llegado a envidiarla. A mi no me serviría, pero ella tiene una ración de ritos cristianos a su alcance fuera de lo común para llenar el hueco. Yo....
No estaba preparada.
Y sigo sin estarlo. Desde la mañana del 10 de diciembre ya va a hacer cinco años no dejo de buscar mis propios ritos, sobre todo cuando se acerca el aniversario.
No se trata de honrar al muerto, eso ya lo hago cada día. Cada vez que me miro al espejo y vislumbro sus rasgos, cada vez que me río y le oigo reir de la misma forma, cada vez que le recuerdo, a culaquier hora de cualquier día. Yo no necesito ritos para honrarle, necesito ritos para llenar el vacío.
No estoy preparada.
Los nueve de diciembre desde ese primero en el que me comí un enorme helado he probado a hacer shopingg, quedar a comer con gente a la que quiero y mantener largas sobremesas, vagar por las calles de la ciudad (algo que siempre me ha relajado mucho)...nada funciona....
Este año se me ocurrió un viajecito, pero no me acabo de encontrar bien y no me atrevo a darle tanto trote a mi maltrecha espalda...lo que más me atrae es taparme en el sofá hasta la cabeza y despertarme (por pedir que no quede) el 18 de enero.
No estoy preparada. No sé si alguna vez lo estaré y el día 9 se acerca...
No estaba preparada. No sabía lo inmenso del sentimiento de vacío que te invade y que debes llenar con algún rito si no quieres ahogarte en él.
No estaba preparada.
Después del caos en el qué recuerdo haber pensado todo el tiempo que no sabía que hacer la gente se organizó. Estaba la parte mundana y práctica en la que yo no pintaba nada...a eso se dedicaron unos cuantos. El resto se dedicó a unos ritos que me resultaban totalmente ajenos.
En un cuartucho destartalado recuerdo haberme cruzado con mi madre que me decía: Venga, vamos a rezar un responso.... Y mientras continuaba hacía la puerta sólo dije: "No" y pensé para mí...un qué? Porque una gran parte de esos ritos en una cultura como la nuestra son rituales cristianos que a mí no me decían nada, ni los conocía ni me interesaban. Tampoco estoy muy segura que otros ritos de otras culturas me hubiesen resultado útiles, pero me inclino a pensar que no.
No estaba preparada.
A cambio yo salí a una noche especialmente gélida envuelta en una vieja trenca que fué mi única herencia material del muerto, hablé con mis dos ángeles, a recomendación de uno de ellos me senté en un sillón cerré los ojos y me limité a respirar y finalmente y acompañada por una cuñada mía engullí como si me fuera la vida en ello una enorme copa de helado (de esas con salsa de chocolate y barquillo, si). Nunca le agradeceré lo suficiente a esa chica que no comentara nada sobre una decisión tan irracional, que se limitara a estar allí, acompañando sin juzgar. Reconozco que después de un fallecimiento sentarse en pleno diciembre con un frío de la leche a comerse un helado no es lo más normal del mundo...ahora sé que intentaba llenar el hueco
No estaba preparada.
Desde entonces mi madre se entregó a una religiosidad desconocida. Va a misa no solo el 9 de dicembre, sino todos los nueves de todos los meses...Y reza, y tiene montado un altar en el salón hecho de fotos, flores y a veces velas. Yo he llegado a envidiarla. A mi no me serviría, pero ella tiene una ración de ritos cristianos a su alcance fuera de lo común para llenar el hueco. Yo....
No estaba preparada.
Y sigo sin estarlo. Desde la mañana del 10 de diciembre ya va a hacer cinco años no dejo de buscar mis propios ritos, sobre todo cuando se acerca el aniversario.
No se trata de honrar al muerto, eso ya lo hago cada día. Cada vez que me miro al espejo y vislumbro sus rasgos, cada vez que me río y le oigo reir de la misma forma, cada vez que le recuerdo, a culaquier hora de cualquier día. Yo no necesito ritos para honrarle, necesito ritos para llenar el vacío.
No estoy preparada.
Los nueve de diciembre desde ese primero en el que me comí un enorme helado he probado a hacer shopingg, quedar a comer con gente a la que quiero y mantener largas sobremesas, vagar por las calles de la ciudad (algo que siempre me ha relajado mucho)...nada funciona....
Este año se me ocurrió un viajecito, pero no me acabo de encontrar bien y no me atrevo a darle tanto trote a mi maltrecha espalda...lo que más me atrae es taparme en el sofá hasta la cabeza y despertarme (por pedir que no quede) el 18 de enero.
No estoy preparada. No sé si alguna vez lo estaré y el día 9 se acerca...
miércoles, 20 de agosto de 2008
El español correcto
Hace poco me he enterado que soy amiga (¿?) del mejor profesor de español del mundo mundial, así que hago un llamamiento público para que me corrijáis si descubrís en mi blog los efectos inesperados en el lenguaje de mi catañol.
Catañol definido por mi misma para la profesora de P5 en una encuesta sobre el idioma utilizado por mi familia en el ámbito del hogar es: cuando mis hijos o yo (mi costillo jamás caería en esta vulgaridad) en lugar de saltar alegremente del castellano al catalán, hablando entre nosotros o con otros, recurrimos a una burda mezcla consistente en castellanizar una palabra en catalán y aplicarla en mitad de una frase en español o viceversa, catalanizar una palabra en castellano y aplicarla en una conversación en catalán. No debe confundirse con el chapurreao, eso es otra cosa, o con alguna palabra en fabla que se cuela por mis raíces aragonesas.
El catañol sería algo así como: "He estado limpiando las racholas (baldosas)" ó "M'he menjat un bocata (entrepá)"
Podría escribir: "Me cansé de tenerlo en casa y lo abenté (tiré)" ó "el pescado me ha salido jasco (seco)" y entonces no sería catañol sino fabla
Y luego viene un territorio pantanosos donde podría decir: "La coca-cola está esbafada (cuando pierde el gas)" y sería fabla ó "Hoy me siento esbafada(desánimada)" y no sería fabla sino catañol, una castellanización chapucera de "esbafar-se" cuya traducción al castellano es desanimarse.
También podría escribir frases como "Odio coser porque luego he de recoger las betas (hebras)" en fabla o catañolear escribiendo que "Me paso horas para ponerles las vetas (cintas para colgar) a todas las chaquetas del cole".
Como veis que yo escriba en castellano correcto es complicado... a lo mejor mudándome quince o dieciséis años a alguna otra comunidad arreglaría algo, pero lo dudo. El aragonés y el catalán forman parte de mi esencia.
Eso si, cuando digo que le quiero mucho, que le quiero siempre, no hay variación lingüística que valga. Significa exactamente ...eso...
Dudo que el profesor encuentre a menudo el camino para leerme (de español sabe un puñao, de internet no lo tengo tan claro), no obstante toda precaución es poca en esto de la corrección lingüística, así que prefiero tener tiempo de editar. Ya lo sabéis, chivaros
y este chivaros es español, catañol, o fabla? juer que lío.
martes, 19 de agosto de 2008
Turista en mi ciudad
Siempre visto más o menos igual cuando hago turismo: Pantalones cortos con bolsillos, camiseta de tirantes, abarcas y bolso diminuto+mochila al hombro ó bolso gigantescocabetodoloquemeechen... Esto en veranito claro, en otras épocas me pongo más ropa, pero la esencia es la misma; me "disfrazo" de turista.
De esa guisa aterricé el sábado por la mañana en la Plaza Roma de Zaragoza para desayunar ¡¡¡¡¡¡¡por fin!!!!!! después del madrugón y el viaje...me sentí tan...¿rara? Porque yo iba disfrazada de turista pero esa es mi ciudad....o mi "otra ciudad" o mi ciudad de origen (suena feo, eh?)
Paréntesis: es mi ciudad aunque ahora haya tenido que comprobar en google si es Plaza Roma (ahí cerquita de "mi casa") o Avenida de Roma (a tiro piedra de mi casa). Este es un tema que daría para otra entrada directamente. La confusión que siento habiendo nacido y crecido en una ciudad y viviendo plenamente integrada en otra. Cierro paréntesis
Desde el desayuno en ese bar de la Plaza Roma hasta que trece horas después que entré en la casa en la que viví y crecí me sentí así. Como fuera de lugar, me sentí rara. Zaragoza colaboró en esa sensación de extrañeza ya que a pesar de dejarme caer por allí de ciento a viento ha crecido y a cambiado tanto en algunas zonas que me cuesta reconocerla; además en pleno puente de agosto me recibió con frío (esto a veces pasa en pleno verano) y además con lluvia (eso es bastante más raro).
Visitamos en una sesión maratoniana la Expo, precursora de muchos de los cambios que vi, de la que sólo puedo decir que me gustó, que me hubiera gustado verla con más tiempo y calma y que a pesar de todas las voces negativas que escuché sobre ella (no somos nadie los ciudadanos quejándonos de lo nuestro) como yo soy, y a la vez no soy de allí (ando perdida en el limbo) me pareció muy bien organizada.
La silueta del Pilar, la única imagen que reconocería en cualquier situación aparecía de vez en cuando para recordarme que a pesar de los pantalones cortos, la camiseta, las abarcas, el bolso y la mochila, yo no era del todo una turista, una guiri más, yo era una turista en mi ciudad.
Hicimos bastantes fotos. Las cámaras se las llevó mi familia, que aún sigue de vacaciones, así que no hay documento gráfico....de momento....
De esa guisa aterricé el sábado por la mañana en la Plaza Roma de Zaragoza para desayunar ¡¡¡¡¡¡¡por fin!!!!!! después del madrugón y el viaje...me sentí tan...¿rara? Porque yo iba disfrazada de turista pero esa es mi ciudad....o mi "otra ciudad" o mi ciudad de origen (suena feo, eh?)
Paréntesis: es mi ciudad aunque ahora haya tenido que comprobar en google si es Plaza Roma (ahí cerquita de "mi casa") o Avenida de Roma (a tiro piedra de mi casa). Este es un tema que daría para otra entrada directamente. La confusión que siento habiendo nacido y crecido en una ciudad y viviendo plenamente integrada en otra. Cierro paréntesis
Desde el desayuno en ese bar de la Plaza Roma hasta que trece horas después que entré en la casa en la que viví y crecí me sentí así. Como fuera de lugar, me sentí rara. Zaragoza colaboró en esa sensación de extrañeza ya que a pesar de dejarme caer por allí de ciento a viento ha crecido y a cambiado tanto en algunas zonas que me cuesta reconocerla; además en pleno puente de agosto me recibió con frío (esto a veces pasa en pleno verano) y además con lluvia (eso es bastante más raro).
Visitamos en una sesión maratoniana la Expo, precursora de muchos de los cambios que vi, de la que sólo puedo decir que me gustó, que me hubiera gustado verla con más tiempo y calma y que a pesar de todas las voces negativas que escuché sobre ella (no somos nadie los ciudadanos quejándonos de lo nuestro) como yo soy, y a la vez no soy de allí (ando perdida en el limbo) me pareció muy bien organizada.
La silueta del Pilar, la única imagen que reconocería en cualquier situación aparecía de vez en cuando para recordarme que a pesar de los pantalones cortos, la camiseta, las abarcas, el bolso y la mochila, yo no era del todo una turista, una guiri más, yo era una turista en mi ciudad.
Hicimos bastantes fotos. Las cámaras se las llevó mi familia, que aún sigue de vacaciones, así que no hay documento gráfico....de momento....
miércoles, 2 de julio de 2008
Dónde están las palabras?
Siempre me he tenido una cierta facilidad para expresarme, tanto por escrito como de palabra. Vale...nunca di conferéncias, ni mantentuve apasionados debates, pero me defendía; es por eso que me fastidia (me jode es una expresión más explícita de lo que siento) estas lagunas mentales que me regalan ¿mis 41 años?, ¿el stresssss en el que vivo? ¿las conversaciones estilo indio que mantengo con mis clientes 7 horas al día 5 días a la semana?...elijan ustedes :-)
Hoy la frase que quería pronunciar era una orden a mi hijo de 8 años. Debía ser concreta, directa y clara (está en esa edad de sordera selectiva, no hay que darle además facilidades) : Oye cariño....pon esa......caja de............juegos encima de...............de..................del reposabrazos del........del sofá.
........................................
........................................
........................................
esas pausas eran las que mi cerebro absolutamente caótico necesitaba para encontrar las palabras: caja, juegos, reposabrazos, y sofá que conozco desde que tengo uso de memoria.
Si, ya sé que podía haber optado por algo así como: pon eso ahí encima, cariño, que se va a caer.
De hecho conozco muchísima gente que lo usa a indiscriminadamente: dame ese cacharro que está allí; pasame eso; eso está ahí, justo ahí, delante tuyo....instrucciones que si no estás atento provocan estupor e incluso en ocasiones un cabreo monumental.
Pero es que a mi no me sale hablar así, y empiezo las frases correctas para encontrarme depués colgada una y otra vez cuando sé lo que quiero decir pero no sé cómo se dice. Las palabras empiezan a jugar, se esconden, se confunden. Y no me divierte. Me asusta ser absolutamente consciente de no saber encontrar la palabra más simple en una conversación cotidiana.
Sé que mi marido lo sabe, aunque creo que el resto del mundo aún no se ha dado cuenta...yo disimulo con ataques incontrolables de tos :-D
domingo, 25 de mayo de 2008
viernes, 9 de mayo de 2008
Clases de empatía
Lunes 9, 15'35
- Qué haces aquí tan pronto?
- Mi jefe me ha enviado a casa, me encontraba mal, no podía dejar de llorar.
- Ya...
- ............
- Qué bien, me preparas la comida?
- Qué haces aquí tan pronto?
- Mi jefe me ha enviado a casa, me encontraba mal, no podía dejar de llorar.
- Ya...
- ............
- Qué bien, me preparas la comida?
miércoles, 30 de abril de 2008
El gran baile de las máscaras
Con los años, los sensiblones como yo aprendemos a ajustarnos la máscara antes de lavarnos la cara.
Las legañas apegotadas, la boca pastosa, el andar vacilante... antes de encender la luz del baño y que unos ojos humanos, aunque sean los nuestros, nos vean por primera vez nos sacudimos la pereza y miramos en la enorme maleta pensando: cuál es la que me pondré hoy? Yo tengo un par (de cabreada/pasota y cabreada/cínica) que últimamente luzco a menudo. Tengo otra de hoy paso de todo pero de buen rollito que me da excelentes resultados.
Pero hay días, hay días como hoy, que la puta máscara se empeña en moverse y de golpe me encuentro con la sonrisa de "no pasa nada" congelada en el rostro, y luego se convierte en "dejame en paz, capulla" y cambia rápidamente a una de "tienes la sensibilidad en el culo, junto a la mierda, no te atrevas a hablarme, imbécil" y los ojos se me empañan... y creo que voy a fundirme cuando escucho una vocecilla preguntarme: "¿Por qué tienes esa cara tan triste, mami?"; porque se me ha caído del todo y presiento que voy a perder el control.
Porque yo cuando veo a un compañero de curro hecho polvo me duele. Cuando veo a mi marido ausente me duele. Cuando un amigo lo pasa mal me duele. Cuando un cliente me cuenta sus problemas me duele. Cuando veo alguien llorando en la calle me duele. Cuando veo a un perfecto desconocido doliéndose me duele. Y cuando veo que uno de mis hijos se duele algo dentro de mi se rompe y siento que muero un poco.
No estoy hablando de dolores físicos, de esos dolores en los que hay algo acertado e inmediato que hacer (dar un calmante, curar una herida, acudir al médico o correr al hospital); hablo de esos dolores que habla mi querida Mafalda en una de sus tiras, tirita en mano preguntándose cómo se la puede poner en el alma...
Hace años que observo a mis hijos con una lupa gigante, descubriendo en ellos los rastros de ésta, mi exquisita sensibilidad. Sintiéndome orgullosa en secreto porque allá, muy en el fondo, creo que ser así es bueno, que duele mucho, pero también se goza mucho.
Hace años que a menudo me instalo en el gran baile de las máscaras, que nadie me vea temblar, escondiendome siempre, pensando en el absurdo infinito de no poder mostrar cuántas cosas me duelen y cuántas me colman de felicidad, todas esas pequeñas y absurdas cosas, intentando tapar el sol con un dedo; pero hoy...
Hoy maldigo mi herencia. Maldigo mis ojos que lloran, mis manos que tiemblan, mi voz que se ahoga, mi alma que duele. Maldigo todo lo que, sin querer, he transmitido.
Las legañas apegotadas, la boca pastosa, el andar vacilante... antes de encender la luz del baño y que unos ojos humanos, aunque sean los nuestros, nos vean por primera vez nos sacudimos la pereza y miramos en la enorme maleta pensando: cuál es la que me pondré hoy? Yo tengo un par (de cabreada/pasota y cabreada/cínica) que últimamente luzco a menudo. Tengo otra de hoy paso de todo pero de buen rollito que me da excelentes resultados.
Pero hay días, hay días como hoy, que la puta máscara se empeña en moverse y de golpe me encuentro con la sonrisa de "no pasa nada" congelada en el rostro, y luego se convierte en "dejame en paz, capulla" y cambia rápidamente a una de "tienes la sensibilidad en el culo, junto a la mierda, no te atrevas a hablarme, imbécil" y los ojos se me empañan... y creo que voy a fundirme cuando escucho una vocecilla preguntarme: "¿Por qué tienes esa cara tan triste, mami?"; porque se me ha caído del todo y presiento que voy a perder el control.
Porque yo cuando veo a un compañero de curro hecho polvo me duele. Cuando veo a mi marido ausente me duele. Cuando un amigo lo pasa mal me duele. Cuando un cliente me cuenta sus problemas me duele. Cuando veo alguien llorando en la calle me duele. Cuando veo a un perfecto desconocido doliéndose me duele. Y cuando veo que uno de mis hijos se duele algo dentro de mi se rompe y siento que muero un poco.
No estoy hablando de dolores físicos, de esos dolores en los que hay algo acertado e inmediato que hacer (dar un calmante, curar una herida, acudir al médico o correr al hospital); hablo de esos dolores que habla mi querida Mafalda en una de sus tiras, tirita en mano preguntándose cómo se la puede poner en el alma...
Hace años que observo a mis hijos con una lupa gigante, descubriendo en ellos los rastros de ésta, mi exquisita sensibilidad. Sintiéndome orgullosa en secreto porque allá, muy en el fondo, creo que ser así es bueno, que duele mucho, pero también se goza mucho.
Hace años que a menudo me instalo en el gran baile de las máscaras, que nadie me vea temblar, escondiendome siempre, pensando en el absurdo infinito de no poder mostrar cuántas cosas me duelen y cuántas me colman de felicidad, todas esas pequeñas y absurdas cosas, intentando tapar el sol con un dedo; pero hoy...
Hoy maldigo mi herencia. Maldigo mis ojos que lloran, mis manos que tiemblan, mi voz que se ahoga, mi alma que duele. Maldigo todo lo que, sin querer, he transmitido.
jueves, 24 de abril de 2008
El día de la rosa....y los libros
Yo soy una lectora voraz, anárquica y chapucera.
Leo sobre cualquier temas, de cualquier autor (bueno, malo o regular) y me guío sólo por impulsos.
Así en las dos ultimas semanas he leído el último de Harry Potter (por cuarta vez, dos en la versión oficial y dos en la pirateada), otra de Jordi Sierra muy bien escrita "Cuatro días de Enero", una sobre la muerte absolutamente destenillante de un autor que no recuerdo "Un trabajo muy sucio" y esta misma mañana con un temor reverencial he abierto "la última de Zafón" sin grandes esperanzas. Veremos lo que sale y si este autor consigue engancharme al mismo nivel que me enganché con la para mí "única obra de Zafón". Jamás lo había oído antes de coger ese tochazo del montón de libros, recomendado por mi librera favorita antes que se convirtiera en lo que hoy es, y no he sentido ninguna curiosidad por lo que había escrito antes de él.
Porque esa es otra de mis manías. Si descubro un libro que me gusta no paro hasta conseguir todo lo que ha escrito su autor anteriormente lo cual me ha llevado de excursión por todas las librerías de viejo de Barna en búsquedas cada vez más desesperadas.
Así leo yo. Sin criterio, a una velocidad desbocada y a veces es contra dirección.
Leo libros porque alguien me los recomienda (La vieja sirena, de Sampedro; El penúltimo sueño, de Ángela Becerra).
Leo libros porque veo una reseña por ahí y me parece que me gustará (Malena es nombre de Tango, de Almudena Grandes; El club de la buena estrella, de Amy Tan).
Leo libros porque me llama la atención la foto de la portada, o el título, y lo compro porque si (Cielo de Tango, de Elsa Osorio; Breve historia de los que ya no están, de Kevin Brockmier).
O leo libros porque he acabado el que me llevé a la oficina, he ido directa a buscar a los niños y me sobra media horita (Desde mi cielo, de Alice Sebold; Lo mejor que le puede pasar a un cruasán de Pablo Tusset).
Algunas veces he leído alguno de esos libros que hay que leer para hablar con la gente (El código da Vinci, o Los pilares de la tierra de Follet). A veces hasta me han gustado.
Al final he decidido que no necesito demasiado criterio en mis lecturas porque nunca sé dónde va a estar esa joya, uno de esos libros que me gusta tanto, tanto, que cuando estoy a punto de acabarlo intento frenar para seguir escuchando las voces de sus personajes y al fin despuésde leer la última palabra me da tanta pena dejarlos que, sin ninguna pausa, los vuelvo a empezar... Esos que pasado el tiempo siguen resonando en mi cabeza, con esos personajes que ya son como amigos de toda la vida, como una buena canción que nunca me canso de oir.
Para mí, incapaz de entrar en una librería y salir con las manos vacías, el día de Sant Jordi en Barcelona es como soltar a un alcoholico en la feria de la cerveza en Munich. Lo de menos es esa rosa que tarde o temprano alguien te da. Normalmente me basta con no entrar en ningún comercio que tenga sección de libros y pasar por las librerías deprisita y mirando sólo de reojo...si sacan los libros a la calle entro en caos.
Tal vez uno de esos, de los que leo dos, tres, cuatro y al final olvido cuántas veces lo leí, aunque no el infinito placer de hacerlo, está en ese montón escandaloso de la estantería de los libros pendientes...dado el nivel de locura que he sufrido este año puede que vuelva a escribir aquí por navidad.
domingo, 30 de marzo de 2008
Se me acumula la tarea
Quería escribir algo sobre esta imagen, y también algo sobre las sonrisas, y sobre el deber de los padres para que sus hijos amen y respeten al otro progenitor, y algo me pasó por la mente sobre el heroísmo doméstico, la música circense y los días de lluvia.
Hoy toca cocina, así que una vez más se quedará en proyectos, pero lo apunto aquí para no olvidarlo y recordar que debería ser yo quien eligiera qué hacer con el tiempo. Y no lo hago.
Semana de Pasión
La Semana Santa de los mayores de mi familia
Mirando a Candela (5 años) y a su prima (2 y medio) sentadas en el bordillo de la acera viendo pasar una cofradía tras otra pienso que iconografía más siniestra: capuchas, cuerdas y espinas, sangre, corazones cruzados con espadas, pies descalzos y un ruido atronador..tambores, timbales, bombos, carracas, matracas y trompetas. No les da miedo?. Pues no, comparten una bolsa de ganchitos estratégicamente situada entre ambas y disfrutan el espectáculo sin ninguna muestra de horror.
Ella, Candela, lo vió y lo pintó así para enseñárselo a sus compis:
Hacía frío, un frío como hacía años que no veía. Mi alma empezó a estremecerse con el primer golpe de bombo que anunciaba la salida de La Piedad. Me pregunto qué deben pensar de esa loca que llora en silencio al paso de la procesión (qué devota!!!!); yo lloro sin ningún tipo de verguenza a pesar que con la edad he desarrollado un sentido del pudor que me impide manifestarme ante la gente, esa noche, en ese lugar, no sabría como evitarlo. Este año uno de los cofrades que estuvo un buen rato parado frente a mi me acompañó llorando, me sentí un poco menos sola sabiendo que no soy la única. Durante veinte minutos vi sus ojos tras cada capirote, es tán fácil confundirlos tras ellos...la llegada del cuarto memento con su nombre grabado junto a los otros me devuelve al mundo, el único que existe y sólo me queda seguir llorando...
Durante un tiempo pensé que era ese de la portada, el del cetro. La confusión era fácil, así lo ví el último jueves santo. Un tiempo después y con una gran dósis de mala baba alguién me sacó del error. Yo prefiero recordarlo en la terraza de alguien que no recuerdo, riéndo y echándome la bronca mientras se inmortalizaba el momento.
Durante un tiempo pensé que era ese de la portada, el del cetro. La confusión era fácil, así lo ví el último jueves santo. Un tiempo después y con una gran dósis de mala baba alguién me sacó del error. Yo prefiero recordarlo en la terraza de alguien que no recuerdo, riéndo y echándome la bronca mientras se inmortalizaba el momento.
Con dos maletas de ropa sucia y mucha pereza volvemos a la vida normal.
domingo, 2 de marzo de 2008
Y tú en qué crees?
Primera escena.
Hace unos días contestando un correo afirmaba: “no tengo fe en las palabras, ni tampoco tengo esa otra fe de la que tú disfrutas…” Después de enviarlo, además de cansada (fue difícil para mi plasmar lo que sentía) me quedé pensando: Puaggg, que negativa, es que no creo en nada?
Segunda escena.
Uno de esos días felices en los que me toca a mí llevar a los niños al cole me contaba mi hija mayor:
-A XXXX no la dejan disfrazarse sus padres, no tiene ni un disfraz. Para carnestoltes como va sola al cole salió con el uniforme y en la calle se cambió con ropa que le dejó una amiga….- se veía claro que mi hija no se explica (yo tampoco, ya que estamos) una ¿religión? que por lo visto no admite las fiestas, los regalos, ni los disfraces – es que ellos no creen en carnestoltes – afirmó con asombro.
Mi hija pequeña que no pierde comba aunque la lleves a rastras intervino:
- A XXXX tampoco le disfrazan, se lo tuvo que prestar la “señu” el día de carnaval – yo anoté en mi mente que tengo que revisar a qué colegio van mis hijos.
Y un poco agobiada y temerosa preguntó:
- Mamá tú si crees en el carnaval verdad?
- Claro!!!!!! – contesté riendo, y de pronto cogí carrerilla – Yo creo en el carnaval, en la noche de Sant Joan, en la Navidad, el niño Jesús y los Reyes magos. Creo en los duendes, creo en los dragones, creo en las hadas y sobre todo creo en la magia.
Ya en el metro la línea amarilla me regaló uno de esos trayectos lentos, cansinos y cuando vas con prisa estresantes en los que te da tiempo a componer mentalmente lo que vas a hacer el resto del mes, pero yo me lo pasé pensando que no está tan mal. Puede que no crea en la fuerza de las palabras como alivio y cura, ni tampoco en Dios, pero conservo en el alma un millón de creencias absurdas que no sirven para mucho pero me hacen más interesante, a saber:
Creo que a las mujeres nos la metieron doblada al hacernos creer que nos íbamos a realizar mucho más trabajando fuera de casa; no reniego de la independencia que proporciona un sueldo propio, pero no acabo de ver claro si no me realizaría exactamente igual cocinando unas lentejas. Hoy por hoy más que más realizada lo único que me siento es mucho más cansada… (y que me perdonen todas las feministas del mundo esta muestra de debilidad flagrante)
Creo que hay libros que enganchan desde la primera línea que mis ojos ávidos devoran en un segundo convirtiéndose en fuente inagotable de satisfacciones, y que, cuando eso ocurre, un escalofrío me recorre la espalada al anticiparlas. También creo que esa voz cascada de fumadora indolente que a veces me dice: “Solo hay un mundo” es la voz de la tía Magda… cuando los personajes de un libro te hablan significa que has leído demasiadas veces esa novela :-D
Creo que Eladio fue una de las mejores cosas que se me han ocurrido en este mundo, y que durante un tiempo se convirtió en un segundo par de ojos para mirar la vida enriqueciendo la perspectiva, además de darle el nombre a mi niña Candela.
Creo firmemente que cada mañana es una nueva oportunidad. Aunque a las doce de la mañana ya la hayas perdido puede rebrotar de golpe a las seis de la tarde, nunca se agota.
Creo que a veces utilizamos descuidadamente las palabras. Que decir “te echo de menos” significa que debes interrumpir lo que estás haciendo en ese mismo instante y escapar móvil en mano rezando: “Tiene que ponerse, tiene que ponerse…” porque no resistes un segundo más sin oír su voz; que decir ”ausencia” es hacer lo mismo que cuando dices “te echo de menos” y encontrarte mirando el teléfono llorando al comprender una vez más como si fuera la primera que no va a contestarte porque ya se fue para siempre y que para siempre es una palabra que hay que utilizar con exquisita prudencia porque no llegamos a imaginar cuán largo puede resultar.
Creo que cada año el jueves Santo tengo una cita ineludible en San Cayetano y que por absurdo que parezca yo sé que él está allí.
Creo que la risa de mis hijos es, junto a su voz, lo que más me gusta escuchar y que sólo por oírla han conseguido arrancarme una vena “gansa” que no sabía que tuviera dentro.
Creo que la vida sigue siendo bella cuando uno cree en ella con pasión.
…Creo en muchas cosas más, sobre todo en que nunca, nunca, conseguiré escribir una nota breve y también que hoy, como todos los días, como todos los que vendrán me jugaría la primavera por tenerlo delante...
Hace unos días contestando un correo afirmaba: “no tengo fe en las palabras, ni tampoco tengo esa otra fe de la que tú disfrutas…” Después de enviarlo, además de cansada (fue difícil para mi plasmar lo que sentía) me quedé pensando: Puaggg, que negativa, es que no creo en nada?
Segunda escena.
Uno de esos días felices en los que me toca a mí llevar a los niños al cole me contaba mi hija mayor:
-A XXXX no la dejan disfrazarse sus padres, no tiene ni un disfraz. Para carnestoltes como va sola al cole salió con el uniforme y en la calle se cambió con ropa que le dejó una amiga….- se veía claro que mi hija no se explica (yo tampoco, ya que estamos) una ¿religión? que por lo visto no admite las fiestas, los regalos, ni los disfraces – es que ellos no creen en carnestoltes – afirmó con asombro.
Mi hija pequeña que no pierde comba aunque la lleves a rastras intervino:
- A XXXX tampoco le disfrazan, se lo tuvo que prestar la “señu” el día de carnaval – yo anoté en mi mente que tengo que revisar a qué colegio van mis hijos.
Y un poco agobiada y temerosa preguntó:
- Mamá tú si crees en el carnaval verdad?
- Claro!!!!!! – contesté riendo, y de pronto cogí carrerilla – Yo creo en el carnaval, en la noche de Sant Joan, en la Navidad, el niño Jesús y los Reyes magos. Creo en los duendes, creo en los dragones, creo en las hadas y sobre todo creo en la magia.
Ya en el metro la línea amarilla me regaló uno de esos trayectos lentos, cansinos y cuando vas con prisa estresantes en los que te da tiempo a componer mentalmente lo que vas a hacer el resto del mes, pero yo me lo pasé pensando que no está tan mal. Puede que no crea en la fuerza de las palabras como alivio y cura, ni tampoco en Dios, pero conservo en el alma un millón de creencias absurdas que no sirven para mucho pero me hacen más interesante, a saber:
Creo que a las mujeres nos la metieron doblada al hacernos creer que nos íbamos a realizar mucho más trabajando fuera de casa; no reniego de la independencia que proporciona un sueldo propio, pero no acabo de ver claro si no me realizaría exactamente igual cocinando unas lentejas. Hoy por hoy más que más realizada lo único que me siento es mucho más cansada… (y que me perdonen todas las feministas del mundo esta muestra de debilidad flagrante)
Creo que hay libros que enganchan desde la primera línea que mis ojos ávidos devoran en un segundo convirtiéndose en fuente inagotable de satisfacciones, y que, cuando eso ocurre, un escalofrío me recorre la espalada al anticiparlas. También creo que esa voz cascada de fumadora indolente que a veces me dice: “Solo hay un mundo” es la voz de la tía Magda… cuando los personajes de un libro te hablan significa que has leído demasiadas veces esa novela :-D
Creo que Eladio fue una de las mejores cosas que se me han ocurrido en este mundo, y que durante un tiempo se convirtió en un segundo par de ojos para mirar la vida enriqueciendo la perspectiva, además de darle el nombre a mi niña Candela.
Creo firmemente que cada mañana es una nueva oportunidad. Aunque a las doce de la mañana ya la hayas perdido puede rebrotar de golpe a las seis de la tarde, nunca se agota.
Creo que a veces utilizamos descuidadamente las palabras. Que decir “te echo de menos” significa que debes interrumpir lo que estás haciendo en ese mismo instante y escapar móvil en mano rezando: “Tiene que ponerse, tiene que ponerse…” porque no resistes un segundo más sin oír su voz; que decir ”ausencia” es hacer lo mismo que cuando dices “te echo de menos” y encontrarte mirando el teléfono llorando al comprender una vez más como si fuera la primera que no va a contestarte porque ya se fue para siempre y que para siempre es una palabra que hay que utilizar con exquisita prudencia porque no llegamos a imaginar cuán largo puede resultar.
Creo que cada año el jueves Santo tengo una cita ineludible en San Cayetano y que por absurdo que parezca yo sé que él está allí.
Creo que la risa de mis hijos es, junto a su voz, lo que más me gusta escuchar y que sólo por oírla han conseguido arrancarme una vena “gansa” que no sabía que tuviera dentro.
Creo que la vida sigue siendo bella cuando uno cree en ella con pasión.
…Creo en muchas cosas más, sobre todo en que nunca, nunca, conseguiré escribir una nota breve y también que hoy, como todos los días, como todos los que vendrán me jugaría la primavera por tenerlo delante...
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