Así estoy yo...Majara perdida

lunes, 25 de octubre de 2010

Indignada

Esto he leido en el mundo sobre el atraco en Cambrils a una entidad bancaria que ha acabado con la vida de una jóven:


El suceso ha tenido lugar cuando dos atracadores han irrumpido en la entidad, situada en el número 3 de la calle Roger de Lluria, junto al Paseo Marítimo de Cambrils, y han exigido el dinero disponible en la oficina bancaria, en la que en ese momento se encontraban tres empleadas.


Según las fuentes informantes, una de las trabajadoras se habría negado a atender las exigencias de los atracadores y habría sido agredida por uno de ellos con un arma de fuego, y no con un arma blanca, como apuntaban las primeras informaciones. La trabajadora recibió al menos un disparo en el cuello que le produjo la muerte de forma casi instantánea, han informado fuentes próximas a la investigación.


Y me siento indignada porque hace pocas horas que esta chavala perdió la vida y ya he leído en un foro "a saber como han reaccionado". Pues si, a saber cómo reacciona uno cuando irrumpen en el lugar dónde realizas tu trabajo y te apuntan con un pedazo de pistolón y te exigen un dinero al que (en el 90% de los casos) ni siquiera puedes acceder porque está en un aparato diseñado para que salga de a poquitos y en determinadas circunstancias. Porque uno puede jurar por Snoopy que dará todo lo que lleva y dejará que el atracador se pire, pero cuando existe una amenaza real uno reacciona de cualquier manera.

Y lo sé porque hace más o menos un año eso es lo que yo hice. Me negué a dar dinero, me negué a abrir la puerta mientras encañonaban a mi compañera y todo lo que salió de mis labios en aquellos interminables minutos fue: NO; porque eso fue lo que pensé cuando el tío se subió la bufanda y me apuntó: No puedo creer que me estén atracando. Y a partir de ese momento todas mis reacciones fueron totalmente absurdas e incumplí todas las normas más elementales que se os puedan ocurrir.

Yo dije no y aquí estoy, conmovida y espantada porque mañana tendré que entrar en mi oficina a trabajar. Esa chica dijo no y está muerta. No por decir no, sino porque hay mucho hijo de puta pirado suelto. Y punto pelota.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Sobre mis muertos cae el silencio



Mi padre murió cuando yo tenía 4 años.


Nadie habló conmigo para contármelo.

Nunca.

Yo lo sabía, claro. Esas cosas se saben, pero directamente nadie se sentó a explicármelo. Nadie se tomó el tiempo para dejarme elaborar mi pérdida, mi duelo, las preguntas que sin duda tuve. Y sobre él cayó el silencio.

Así durante años pude inventarme mis historias, porque aunque sabía, no era oficial, así que bien podía decidir creer que estaba de viaje y volvería en cualquier momento; o que vivía en una realidad paralela y por eso no le veía. Aún hoy tengo como tres versiones distintas de porqué murió….no creo que pregunté más sobre el tema, no sea que haya una cuarta. Además, seamos serios…a quién le preguntaría?

Después murió mi abuelo. Dado que era más mayor y ya sabía de qué iba no hice preguntas. Esta vez si me lo dijeron. De mala manera y quién no debía pero si hubo anuncio oficial. Y también sobre él cayó el silencio espeso.



Cuando hace ya 7 años murió mi hermano me juré a mi misma que no sería así, que yo si que hablaría, que mis hijos (sus sobrinos) lo sabrían por mí, tanto daba si su edad era menor que la mía y su parentesco más lejano. A mí me lo hurtaron y yo no iba a hacer lo mismo. Hablé con ellos, incluida la pequeñina y durante un tiempo en mi casa se habló con total naturalidad de él, naturalidad aunque mi voz temblara y mis ojos se arrasaran. ..

Pero mis hijos eran pequeños y compartieron con él poco tiempo la conversación se fue apagando. Mi madre no es una opción, hace años que vive en una realidad paralelaque hace  imposible determinar que es real y qué se inventa, el tiempo ha hecho su trabajo y yo siento que el silencio cae….

O quizá no es eso. Quizá la prisa de salir de todo aquello hizo que después de atascarme un tiempo eterno en una de las fases del duelo atravesara de puntillas el resto.
Como el coronel que no tenía quien le escribiera yo, sin galones,  no tengo con quién hablar, alguien que me devuelva en forma de palabras parejos recuerdos y certifique la veracidad de los míos

Necesito recuperar a mi hermano. No el idílico recuerdo que a veces roza mis conversaciones familiares. Necesito al otro.

Necesito al canalla que me regalaba algo para luego quitármelo cuando lo había arreglado, el que pactaba un regalo común para alguien y nunca me pagaba. Necesito a ese canalla que bebía demasiado, comía demasiado, fumaba demasiado…porque él era excesivo para todo, para comer, fumar, beber y salir con mujeres (a veces con varias a la vez). Excesivo para gastar, excesivo para tomar y excesivo para dar, amar y “amigar” a sus amigos.

Necesito al joven que me dijo: Vamos a los toros. Y yo odiando el espectáculo me fui con él contenta porque así compartíamos un momento aunque ese momento me lo pasará con los ojos cerrados. Necesito a ese chaval que me invitó una noche de parranda con sus amigos y después de mucho beber, fumar y reír decidió que había que ir a ver a “su chica” y que pensé que me mataría (y le mataría) si se giraba y me descubría besándome con uno de sus amigos. Necesito al hombre que se reía de la quimio mientras desayunaba jamón y cerveza y engullía conmigo tantas tapas que cuando llegábamos a comer a casa de mi madre no podíamos probar bocado…y nos reíamos.



Él siempre está conmigo. Detrás y delante, en mi risa que es la suya, en mi mirada que es la suya, y en miles de mis gestos; pero yo llevo días buscando su rastro a trompicones, perdiendo horas de sueño, porque quiero sentir que dejó una huella no sólo en mi sino en todos a los que me consta que quiso y los quiso en exceso. En sus amigos en sus compañeros, en los que conocí y en los que no. Necesito una voz que me responda para certificarme que no lo inventé, que existió; y que sobre él jamás,  mientras uno de los que lo conoció y fue beneficiario de todos sus excesos siga vivo, caerá el silencio.

lunes, 4 de octubre de 2010

Mi papyre

                                         Os presento mi Papyre

Una vez contesté a una sugerencia para leer libros en el ordenador con una linda defensa del olor, tacto y cualidad de los libros de papel.
Poco tiempo después, tras leer mi primer libro en un lector electrónico tuve que comerme mis palabras constatando una vez más que no existen las verdades absolutas.


Mi pequeño papyre llegó a mis manos el 25 de noviembre y durante una semana más o menos anduve perdida por Internet buscando algo que leer. Cierto es que el Papyre incluía una tarjeta con 1.000 libros entre los que sin duda alguno había que me apetecía leer pero yo quería una librería virtual donde poder elegir lo que me apeteciera en cada momento. Y la encontré, claro. Un bibliotecario amigo de una amiga me pasó la dirección y desde entonces...no he parado.

La búsqueda de libros me ha dejado como regalo extra unos cuantos foros de lectores donde he descubierto libros y autores a los que sin ellos no me habría asomado.

Lo único que me preocupa es la lista de pendientes. Yo leo bastante rápido, unos dos libros cada tres semanas (más o menos, dependiendo del trabajo que tenga en casa) y aún así no he conseguido que baje de 100 títulos...y subiendo

Al poco tiempo contesté a quién me decía que el papyre sería una aventurilla sin importancia:



Va a convertirse en un amante permanente mi e-book


Uffff, un mundo a mis pies. Todos mis libros favoritos (metros de estanterías) en mi bolso.


No, no es una aventurilla, volveré a enamorarme fugazmente entre olor a tinta un par de veces al año seguro, pero chico, cuando consiga superar la sopa de letras que esos piratas manejan con enorme soltura y a mi me produce vértigo me convertiré en una yonqui total....el mundo entero en 220 gramos...


Hoy cuando ya hace 10 meses que lo disfruto puedo decir que hace unos días me compré un libro de papel. Me gustó mucho el corazón helado y al ver el nuevo de Almudena Grandes pensé que merecía la pena tenerlo en mi estantería......No me equivoqué, ahí es dónde se va a quedar el libro. En la estantería. Lo he cogido un par de veces...y allí se ha quedado

El papyre me acompaña a todas partes. No lo saco del bolso y leo en cualquier posición (lo cojo con una sola mano). Cuando empecé a ver mal este verano me limité a aumentar el tamaño de letra. Compré una luz especial para leer si me hace falta y lo cuido con todo mi amor.

Hoy lo tengo claro. Entre mi costillo y el papyre, me quedo con el papyre :-)